Mi amor, no tienes remedio. Este es el señalamiento con el que concluyo y lo hago comenzando. Es paradójico, pero así funciona. Me alejo un poco de aquella ficción que tanto me altera por no saber conjugar los verbos, y me quedo con un simple intento de descripción amena acerca de todo y de nada. Es una suerte de ensayo sobre aspectos que no pienso definir puesto que no necesito que los comprenda nadie. No quiero que me escuchen, ni que me vean, ni que me lean; eso es lo que el trabajo arduo tiene como consecuencia, pero por ahora solamente me estoy dedicando a existir.

De fondo, tenía una canción con la temática sobre comenzar un motín. No es mi estilo de vida, pero en ocasiones me parece bien.

I will march down an empty street like a ship into the storm
No surrender, no retreat
I will tear down every wall
Just to keep you warm
Just to bring you home
I will burn this city down for a diamond in the dust
I will keep you safe and sound when there’s no one left to trust
Will you take my hand?
We can make our stand

If your world falls apart
I’d start a riot
If night falls in your heart
I’d light the fire
In the dark, when you sound the alarm
We’ll find each other’s arms
For your love, all you are
I’d start a riot

I will wade through the fire and smoke like sunlight through the haze
I will fight till the flag waves white until my dying days
Through the bombs and blasts
We will take it back

Las lágrimas se me congelaron a punto de salirse de las órbitas oculares, pero comenzaron nuevas canciones con un ritmo más emocionante y unas letras que me llevaban a los deseos desenfrenados, mezclando agua y sangre de una u otra manera.

El amor flotaba, yo me tiraba bajo la mesa en cada momento en que parecía acercarse, pero no lo hacía conscientemente, porque tal vez una parte de mi sí estaba interesada. Igual, tú no tenías remedio, ni tú ni yo.

De saberlo todo, me quedaba el tener un plan a medias y no saber a dónde me llevaba cada situación que digería. Las ganas de ti se habían convertido en una suerte de engaño del pasado, de comodidad superflua, una lucha fratricida; las palabras que escuchaba me azoraban y mi mayor deseo era aventarme en una cama de dinero y abofetear gente, no precisamente en ese orden.

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