De repente se desmorona cuanto construiste por tanto tiempo y los gritos se convierten en voces que se apagan, se disipan y quedan entre mil murmuros que ya no te dejan pensar. Dicen que la venganza corrompe y a mi me ha logrado apagar.

El vaivén se convirtió en rutina y tu vacío en el mío, sin que ninguna persona lo pueda llenar; nos quedan las quejas recíprocas y los intentos vanos de nuevas cosas por explorar. Tú regresas al pasado y nos enojamos, pero sabemos que el lunes todo va a volver a pasar. Después de la  locura que desatas cuando me hundes y me matas, salgo a la superficie luego de dos días sintiéndome con el peor pesar.

Las voces se callan, todo se derrumba para que de los escombros vuelva a construir, pero cada vez estoy más cansada, la estructura es cada vez más pesada, más inestable y se derrumba con más facilidad.

Le pido comprensión al mundo como si no supiera que no hay más que tristeza y que lo que venga al final pasará, que nada llena el alma y que la existencia misma es más tolerable mientras más ignorante sea y esa es una de las características que nunca me definirán.

¿Prefiero vivir en la agonía perpetua que provoca el saber y la intimidad jamás insatisfecha? Eso parece. ¿Prefiero gemir y sufrir por el resto de mi vida por cuanto me ha sido dado, por lo que quiero tener y no quiero perder, por el conocimiento que me acecha y por la locura perpetua que siempre me acompañará? Eso parece.

No puedo escribir de amor porque ya no lo siento, no puedo escribir cosas tristes porque solo es una perspectiva. Puedo hablarte de conocimiento y poder porque es lo que quiero. Puedo hablarte de lo mucho que me gusta tener el control porque a eso me dedico. Pero también puedo hablarte  de los problemas que me acarrea no tener el control; de los ataques de ansiedad y del vacío existencial porque esa es una realidad.

No importa si tienes una vida pueblerina o una buena vida en la ciudad, después de lograr las metas que te llenaban, el vacío existirá. No puedes llenar nada con un vacío, eso es una estupidez. Nadie deja huella en nada y después de dos semanas, mil semanas, tal vez solo un mes, la gente olvida porque nada importa, nada habrá y nada nunca hizo falta.

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