Puse los ojos en blanco mientras el hombre a mi lado reclamaba cosas que no me interesaban en absoluto.
-No puedes seguir jugando así con las personas Lucía. ¿Podrías mínimo mirarme cuando te estoy hablando? – dijo con el tono más irritante que pudo lograr. Lo seguí ignorando mientras bebía mi margarita y miraba por la ventana el agua de la alberca, que seguro estaba muy fría.
-Margarita en la mañana. ¿No crees que tienes unas rutinas muy desordenadas? – continuó el hombre con su molesta voz.
-No eres mi madre, ¿o sí? – dije enarcando la ceja. -Tú vienes aquí y cogemos, luego te marchas. Si no cierras la boca ya no voy a dejar que desayunes aquí – dije observando como abría la boca con expresión de asombro.
-¿Cómo puedes tratarme así?, ¿Acaso no te importo en absoluto? – dijo con el rostro contraído.
-Pareces una mujer haciendo berrinche. Nadie me importa lo suficiente. Hablando de cosas que si importan – dije mirando la alberca – ¿Crees que estaría bien comprar un mini tiburón para exhibición? – el sujeto siguió con el rostro expectante. – Si no te interesa lo que digo puedo llamar a alguien más, con opiniones más interesantes que las tuyas – dije sin mirarlo esta vez.
-Sería extraño tener un tiburón en exhibición. Estúpida caprichosa.- murmuró de manera casi inaudible.
-¿Qué dijiste pequeña basura? – dije sonriendo.
-Nada Lucía – murmuró con rostro de enfado.
-He soportado tanto – dije suspirando. – Ve a la cocina y consígueme otro cóctel, o llama a mi bartender si eres tan inútil. Espera, quiero una rebanada de ese pastel red velvet que prepararon ayer. Corre, hombre. – dije mientras el sujeto se apresuraba a ir por lo encargado.
-Estoy tan aburrida – dije para mis adentros.
Mi ama de llaves se aproximaba rápidamente.
-¿Qué sucede? – dije sin mirarla.
-Llegó el señorito.
-¿Carlos? – dije sonriendo mientras ella asentía. -Hazlo pasar.
-Lucía – dijo con una sonrisa mientras se acercaba a besarme.
-Te extrañe poquito – dije devolviendo la sonrisa. Me beso y me agarró las nalgas. Me hice para adelante para hacerle otro tanto a él.
-¿Cómo te está yendo con tus visitas al futuro? – dijo curioso.
-Shhh, es una tontería – dije moviendo la cabeza. – Están agotándome tanto. Cada vez tiene menos sentido todo. Me agobia la existencia, siempre es lo mismo.
-Te dije que algo así pasaría. – dijo con seriedad.
-Lo sé, pero no importa tanto – dije mientras el otro sujeto se acercaba con mi cóctel.
-Gracias – dije tomando la bebida y dándole un beso al otro hombre. -No me queda nada más que disfrutar lo que tengo de la mejor manera que puedo – dije mientras me sentaba en las piernas de Carlos y llamaba al otro para que se acercara.
-Sólo supe que el amor termina, – continué – y que el tiempo no existe, no es lineal, es un maldito ciclo.