Despierto y quiero olvidar algo que permanece grabado en el alma y en la piel. El recuerdo de cierto vaivén, de esencias que no me pertenecen y que nunca conocí.

Tus ojos no parecían ser los tuyos, y solamente veía rostros ajenos, tristes vertientes inexistentes con las que lograste intercambiarme.

¿Qué hay de bueno en mi, si solamente he buscado lo ordinario? En lo que me intentas hundir yo me elevo, pero en el interior te creo.

Creo en eso que dices cuando refieres que no soy suficiente, me resisto a pensarlo pero la idea cabe dentro de mi mente.

¿El vacío llena? A veces es todo lo que hay. Es una paradoja eterna. ¿Cómo evitar que se te salga el corazón con la imaginación desbocada, aquella que suelen identificar como peor que la realidad?, pero la realidad congela por las terribles cosas que alberga, ¿qué hacer con los besos ajenos y las caricias tranquilas?, ¿Cómo no llorar al saberte con otra, al escuchar las mentiras, al perderme en lo que se siente real y al mismo tiempo no?

No hay palabras para describir el amor, ni el dolor, ni toda esa serenidad de años atrás, de la cual no queda más. Queda incertidumbre, la nada, cierto estrés que asfixia, te veo perdida mientras me pierdo.

Eres mala, soy malo, y juntos somos lo peor.

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