Tengo miedo de perderte. Decirlo en voz alta me da escalofríos porque en algún momento le llamé patético a todo aquél que le dijera eso a alguien. Mi soledad fue suficiente por tantos años y nadie me la podía quitar, porque estar sola era mejor que estar con cualquier persona. Me da miedo porque ya somos uno sólo, y sé todo de ti como tú de mí.
Es extraño como resultaron las cosas, como sin querer nada al final lo fuimos todo. También es ruidoso cómo dices que no me quieres, cómo te digo que me da igual, cómo nos damos cuenta de que no podemos estar separados, y cómo lo sexual dejó de tener sentido.
Cuando te conocí pensé que eras perfecto, que eras el más honesto y tierno del mundo. Cuando me desengañé, me dí cuenta de que te encantaba mentir, que te gustaba mucho coger con otras mujeres y que te encantaba inventar cosas. Me di cuenta de que tu cabeza era un lío y que tu ser representaba todos aquellos problemas que yo no quería tener.
Pero al final noté que no estaba enamorada de una mentira, que todas las supuestas ilusiones que me hice contigo, en realidad no eran el motor de nuestra relación. Me enamoré perdidamente de tu esencia, tanto como para dejarte ser tú, estar lejos si querías, hacer todo tipo de locuras que sabía que me lastimarían.
Todavía conozco perfectamente cada parte de ti, porque desde que nos conocimos, no nos hemos separado nunca, y apenas en las noches en que estás lejos se nota un poco tu ausencia pero las llamadas que duran toda la madrugada no permiten que te pierda ni un momento.
Cada día y noche a tu lado, por dos años, ha sido tan perfecto, que nunca podría agobiarme de ti, porque de un momento a otro te convertiste en todo. Sin que tú quisieras, sin que yo quisiera, el estar juntos nos complementa.
Y podré leer y ver tantas mentiras en el aire, tus amoríos sexuales fugaces, mis enojos de antes, la pérdida de confianza y las palabras bonitas que le decías a otras. Me lastimaron, pero ahora sé que nada era real, más que lo nuestro. Y que incluso si estamos con alguien más, jamás dejaremos de vernos, porque nos necesitamos.
Me sorprendió tanto escucharte decir que si no te casabas conmigo mínimo me tendrías de amante, porque ya no podemos estar lejos. Porque nos sincronizamos y nos entendemos a la perfección. Al final decidiste dejar todo por mi, por estar bien, por hacerme feliz, y yo espero de la misma manera intentarlo. Supongo que pase lo que pase siempre tendremos nuestros mil mensajes de amor, las llamadas eternas, la pasión encendida, así como cada noche dormiré en tus brazos, aunque exista alguien más, o para ti, o para mi, porque al fin encontré la diferencia entre sólo sexo y verdadero amor.