-Lo extraño. — le dije con la cara llena de compunción.
-¿A quién? – dijo el dragón inclinándose hacia mi, mientras sentía su quemante aliento en el rostro.
-No lo sé, pero estaba ahí – continué confundida.
-¿En dónde? – me pareció que gruñó con ferocidad. Impacientarlo parecía ser mi don.
-En mi cabeza.
-Eso no puede ser bueno. Tal vez estás enloqueciendo.
-¿Cómo puedes decir eso? Tal vez tú ni siquiera existes… – dije frunciendo el ceño.
– No es mi problema lo que tú quieras creer. – dijo dándome la espalda – te encanta hacer que los demás pierdan su tiempo con tus tonterías.
– Estoy hartándome de lo intermitente.
-Sólo eres una niña mimada que no sabe qué hacer con su vida.
-Hasta los monstruos se burlan de mi. — dije pateando una roca.
-Deberías esforzarte en ser menos patética. ¡Defiéndete basura! – gritó abalanzándose sobre mi.
Rodé para esquivarlo y continué quejándome.
-Ya ni siquiera me afectan tus palabras, ni tus golpes sin acierto.
-Podría matarte si quisiera.
-Hazlo, sabes que no me importaría.
-No, solamente te facilitaría las cosas, y no pretendo ayudara los inútiles.
-Como sea. Ese sujeto sigue ahí torturándome, y a ti no te importa.
-¿Cómo es?
-Es alto, se mueve muy rápido. A veces solamente es una sombra, tiene voz ronca y siempre parece atraparme en el momento en que caigo.
-¿En el del sueño de la baraja?
-Exacto, ese en que caigo después de hacer un tipo de baile ascendente hacia la cima hecha de naipes. Voy brincando uno a uno hasta que todo se desmorona.
-Lo sé, no necesitaba que lo dijeras todo de nuevo. Entonces, ¿el sujeto te sostiene?
-Sí, pero luego me mata.
-¿Qué carajos significa eso? – dijo el dragón esbozando un intento de sonrisa.
-No lo sé, supongo que es como cuando te enamoras.
-Eso es lo más estúpido que he escuchado. Por eso no me gusta mucho hablar contigo.
-Supongo que si, pero sigue siendo lo que pasó.
-¿Qué sucedió con la posibilidad de que estés viviendo la vida de alguien más?
-Casi lo olvidé por completo.
-¿Y los recuerdos?
-A veces están. A veces no. Me quedé con la idea de que nada es lo suficientemente indispensable. Lo único que me da intriga es ese hombre.
-Lo verás mañana.
-Es lo que suponía.
-La incertidumbre no dura para siempre. Tu problema es que lo olvidas todo.
-Veo la sombra justo ahora.
-¿Cuál sombra?
-La única sombra.
-¿La de él?
-Si.
-Supongo que es tiempo de que despiertes.
-No quiero hacerlo, prefiero a los monstruos que a los humanos.
-Sólo abre los ojos. No puede ser tan malo estar casado.
-Siento que no lo conozco.
-Nunca terminamos de conocernos ni a nosotros mismos.
-Espero verte pronto.
-Yo no – dijo el dragón emprendiendo el vuelo.
Tal vez era mi consciencia o tan sólo un presagio del futuro.
Abrí los ojos y la sombra se convirtió en una figura humana nítida.
-Buenos días mi amor. – dijo un hombre con voz ronca.
-Buenos días extraño…