No es precisamente una hoja blanca lo que me producía temor. El temor iba más allá, realmente iba enfocado a la nada.

Aunque claro que me producía desconcierto estar mirando el lienzo blanco y no poder decir nada relevante en él. Me sumergía en un mundo imaginario sin sentido.

Me levanté y decidí ponerme en un estado de comodidad playera que quizá me permitiera escribir de mejor manera. Cambié la lencería y me puse ropa holgada para luego prepararme una michelada repleta de limón. Eso podría funcionar, tal vez tenía alguna suerte de bloqueo por el calor, por la falta de frescura. Deseaba refrescar la página, como si fuera un link de internet, y que cuando cargara de nuevo estuviera llena de grandes ideas.

¿Y que haría para tener una buena idea? Es en ese momento en el que decidí salir.

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