Desde hace un tiempo atrás, comencé a tomar la costumbre de mantenerme en un estado de sopor, deslizándome entre lo romántico y lo lunático. De es manera, no me quedaba más remedio que continuar en una suerte de pequeña espera que se volvía eterna cuando de tu ausencia se trataba.
Puedo confesar que me convertí de cierta manera en el personaje de un cuento, que comencé a contarme historias de nosotros antes de dormir y que mis sueños eran recuerdos de nuestros más apasionados momentos. Se sentía como un nuevo estilo de vida adoptado por la falta que me hacías.
Las cartas plagaron mis libretas, mis mensajes de amor reprimidos se quedaban cortos para no sofocarte demasiado. Pero desataste un océano de fuego, un delicioso tormento, que encontraba el equilibrio perfecto entre mi identidad desordenada, la intensidad de mi amor alterada y mi deseo de mantenerte feliz, y controlar una y otra vez cuanto me pudiese convertir en una aterradora misantropa o en una bomba de tiempo.
Debo decir que me ayudaste tanto, que aparte de la alegría que me otorgabas con sólo sonreír, me hiciste más fuerte, me hiciste sentir diferente, como si no fuese tan frágil como me lo habían hecho creer.
Contigo estaban presentes todos los sentimientos bellos pude haber concebido, le dabas a todo un toque de excelencia y de brillantez.
Podría mil veces agradecerte, llorarte y desearte, decirte que añoré tus besos día tras día, y que le rogaba al cielo por verte cada vez, podría prometerte mil cosas, decirte aún más de lo que he dicho, pero al final nunca era suficiente, porque aun así no podía describir con exactitud lo que sentía por ti. Era demasiado fuerte, indescriptible en palabras. No quería caer en las rarezas, ni en lo banal, ni en lo ordinario.
Solo puedo decirte que estoy preparada, para lo que venga, siempre que sea tu lado, y así permaneceré. Y como cada vez, te agradezco, porque apagaste mis miedos, sofocaste las tristezas y me has llenado el corazón de amor, has desatado un océano de fuego en mi interior, y entre el control y el descontrol que emanaba de mi ser, me has dado el equilibrio perfecto.