El estado de resignación que bien conocía no llegaba a asentarse en mi mente a pesar de mis esfuerzos. Me encontraba en una espiral de maniqueísmo, todo eran tan malo y tan bueno al mismo tiempo.

¿Cómo me podía desbordar de amor hasta casi explotar y luego sentirme herida y traicionada sin razón aparente?

Desde que lo conocí todo había sido confusión y enredos, lo cual no parecían no afectarle a él en lo más mínimo. Sólo yo me estaba volviendo loca.

En su mundo, todo transcurría con eterna facilidad y simpleza, casi sin perturbación. Sin embargo, por más negativas que lanzara, yo lo notaba un poco obsesionado con su pasado, con ciclos no finalizados y con un futuro incierto al que solo le exigía una completa libertad. No sabia si sería capaz de quitarle importancia a sus recuerdos comparativos, o tan sólo si sería capaz de hacer que me amara de alguna manera, porque solo podía sentir su resistencia a cualquier conjetura romántica. Toda esa monstruosidad de la que alardeaba constantemente a pesar de no aparentarla tal vez era la única y simple realidad.

¿Acaso tenía miedo de que yo hiciese lo mismo que le habían hecho en su pasado o yo estaba sobrepensando demasiado y simplemente no me quería? ¿Era mi físico, era su soledad? ¿Acaso era simplemente su deseo sexual? No identificaba la razón por la cual él estaba conmigo de una manera intermitente mientras cortaba de a poco mi inspiración y mi intensidad. Sentía la repetición de ciertos patrones de conducta que ya me habían lastimado, pero parecía incrementarse el nivel del juego.

Por supuesto que no quería obsesionarme con él ni necesitarlo, pero sabía en que posición me encontraba, estaba en el proceso de enamoramiento, y aun así, me sentía un poco estancada y reprimida, como si algo en mi interior me advirtiera que todo me saldría mal y que él simplemente me abandonaría, pues el compromiso emocional parecía ser demasiado para su vacío corazón.

Entonces, ¿cuál era la solución que yo necesitaba?, ¿esperar a que se fuese corriendo para luego fingir indiferencia, concentrándome en mí para no sentir el peso de la pérdida o vivir frustrada intentando que no me dejara nunca?

No podía encontrar el justo medio y no entendía porque quería estar conmigo, podía solo obtener lo que quería y que ya le había dado, y dejarme en paz, era lo más sencillo para mi alma.

¿Tenía falta de autoestima por los constantes engaños y por eso no era capaz de ponerle un límite a su boca? Probablemente, al parecer sus palabras me afectaban demasiado y eso no debía suceder, con absolutamente nadie. Siempre me decía que algo me faltaba, y si yo me lo creía, tal vez era verdad.

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