Pasó mucho tiempo desde la última vez que había levantado la mirada de mi celular para ponerme a pensar, pasó mucho tiempo para que al fin lo apagara todo en mi mente y en mis dispositivos electrónicos, al mismo momento. Y sentí, sentí cosas horribles y tristes pero sentí.
Pensé que solo estaba sensible por el resfriado actual y por las hormonas de mujer que se encontraban en pleno apogeo. Era de esos extraños sucesos que tienen lugar cuando se sincroniza todo alrededor hasta que no queda más que un resultado fatídico.
Me cuestioné sobre mi capacidad de comunicarme, sobre mi pasado, mi insensibilidad aparente, mi egocentrismo y mi manera de olvidarme de cualquier persona en menos de dos días. Siempre me consideré una persona altamente sensible que no lograba conectar con nadie porque cada quien estaba encerrado en su mundo de una manera que me hacía pensar que solo yo ponía de mi parte, así que me retiraba de la relación en curso pero no consideraba que fuera mi culpa, y menos por insensible. Nunca fui buena con las amistades, reflexioné mientras lloraba y pensé que tal vez llevaba toda mi vida siendo injusta, olvidadiza, exagerada.
Comencé a llorar porque pensé en el daño que tal vez le hice a personas que me importaban, que ya no tenía tan cerca, con las que ya no me comunicaba. Estaba encerrada en mi burbuja diciéndome a mi misma que todo eso se solucionaba si trabajaba más, si conseguía el dinero suficiente como para convivir con la gente sin tener que preocuparme por lo demás. La emoción actual, la tristeza y el darme cuenta de que me estaba consumiendo mi soledad no iba a durar demasiado. Sabía perfectamente que hacer para evadir mis emociones incómodas, incluso en mis peores momentos. Puse canciones que me recordaban lo lastimada que estuve, lo poco que me importaba y lo recuperada que me sentía. Me senté a hacer cuentas, a realizar compras, a dar de vueltas por donde siempre pasaba con la sensación de que un día lo tendría todo. Hice llamadas, terminé pendientes, me puse a escribir y cuando terminé había vuelto a sentir ese vacio existencial que me permitía no sufrir por nada y solo continuar.
Pasó mucho tiempo desde la última vez que había levantado la mirada de mi celular para ponerme a pensar, y solo fue por unas horas pero me obligué a trabajar.