La necesidad de agradecimiento es una mierda, le resta lo genuino a lo que se da. En ocasiones el esfuerzo solo aparece por esa misma necesidad de aprobación, y no se trata de obtener méritos, ni de recibir algo a cambio, sino simplemente se da porque se tiene mucho para dar.

La idea de que no te importa lo que el mundo opine de ti, es una gran mentira. La aprobación es el pan de cada día: y se busca el reconocimiento por cada lugar y de cualquier persona que se atraviese. Otra vez le restas lo genuino a tus acciones y a ti mismo.

Te nombro caballero, te proclamo rey, el mejor cantante del año, el actor, el dibujante… el escritor.  Porque puedes ser lo que se te antoje, no importa lo que el mundo crea, ni lo que opinen. Y no intento convencer de un punto, porque cuando lo interno está en proceso de demolición, no hay nada en el mundo que te puedan decir  para cambiarlo y que creas en ti de nuevo. Así que no vamos a cambiar nada. Dale a las ganas, al dolor y a la tragedia lo que sea suficiente, o que baste y sobre.

Y me lo dijo un ángel: la gente nunca sabe nada. Los que dicen conocerte no lo hacen. Así que solo dí: basta, y sigue adelante.

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