Me daba flojera ver la situación deshonrosa en la que me había metido. Estaba dentro de un nuevo ciclo, y aunque tal vez era igual de patético que el anterior, me daba más de lo que me quitaba.
Mi pasado era historia, y ahora solo representaba un pasatiempo. Me entretenía por un rato y luego me destruía, me quedaba entre la basura y la mediocridad.
Luego, tuve al caballero de la espada larga que me hizo olvidar todo en un fin de semana. Pero las aventuras continúan, yo sólo era una parada. Pero estaba acostumbrada a ver a la gente volver, y los círculos indefinidos terminaban siendo mi atmósfera favorita.
Sentí algo después de muchos años, y fue bueno. Por primera vez en mucho tiempo, era bueno. La emoción no cabía en mi ser. Tal vez por cinco días fui realmente invencible.
En la espera y el aguardar de la princesa desolada, me di cuenta de la armadura de caballero que estaba en el closet. En lugar de esperar, me prepararía para la guerra. Para cuando el caballero volviera, no sería una chica más.
No sabía con quien quería estar, ninguno parecía digno y se inclinaban por lo banal. Ya nadie me importaba pero luchaba por amar, por sentir, por recordar. Es precisamente esa falta de emociones lo que hacía que los hombres se obsesionaran conmigo. Querían que los amara pero no tenían nada que dar.
Entre mis elecciones del caballero nuevo y el tóxico con puta andante, decidí que daba igual si me quedaba con ambos, con cinco, o con mil. Las emociones ya no me traicionaban, y ellos parecían quererme más cuando me alejaba. Así que ese fue el plan.
¿Quiero sentir amor? Ya no, estoy cansada. Lo que se diera estaba bien y cuando pasara, estaría armada.