Estoy harta de ella y de ti y de la historia que construimos contra mi voluntad. Estoy harta de los cuerpos ondulantes, las bellezas exóticas, las riquezas y los placeres que después de conocerte, me agobiaron.
Estoy harta de las apariencias mustias y de las otras que definen que tan cerrado de mente eres o que tan experimentado estás; porque hasta el más pendejo y la más recatada pueden tener una historia oscura e inexplicable.
Me río a mis adentros al ver lo predecible que es el mundo, incluyéndome. Como si todo estuviera predestinado a ser algo, aunque eso mismo no quiera ser, o tal vez no deba.
Ya no quiero esperarte por las noches, sentir en las madrugadas que eres a quien más amo, y ya no quiero despertar a tu lado sintiendo que eres una bendición; porque en los fines de semana que me quede sola, estarás con otra, que cambiará de nombre y de lugar, y yo me quedaré mirando un espejo, buscando vidas distintas en el aire, suicidándome en sueños, arrollidándome y pidiendo perdón a Dios por pecados que no he cometido, pero que por ti haría.
Estoy harta de las categorías y las definiciones, de que siempre los lados y los extremos me consuman y no me dejen llegar al justo medio. Estoy harta de las plagas de drama y sentimentalismo puro, pero también harta de la nada, del vacío que me ha dejado tu presencia en el alma.
Estoy harta de amarte y de no sentir que estoy viviendo; de las comparaciones qué haces y de cómo siempre me haces sentir insuficiente. Estoy harta de que todos me digan cosas que ya sé, pero que no me creo o qué tal vez no me importen.
La indiferencia y el consumismo, mí mediocridad y desidia ante cada situación que no refiera pasión a tu lado, me tiene cansada.
¿Qué hacer cuando has probado todas las alternativas del final de tu historia y regresaste el trillón de veces posible para que algo cambiara para bien y las alternativas posibles siempre eran mierda? ¿Qué haces cuando no te gustó el final de tu historia? La misma que tú escribiste con tinta indeleble. No te quiero a ti, ni conmigo ni con ella. No te quiero con nadie. No me quiero a mi, ni lo que que hice ni lo que me hiciste. Porque no quiero más, no quiero nada. Y el vacío es un refugio que consuela.
Ya no hay cambios, sólo queda mi propia oscuridad.