Podría no ser natural 

el compañero inminente, 

el que aparece

cuando le ruegas a Dios

que te lleve a cualquier parte,

pero que te aparte

del presente.

Cualquier cosa parece mejor ahora,

pero estás tan distante, 

tan inútil,

vacío 

y miserable.

La plegaria ilusa

que se inunda de tus sueños

nunca llegará hasta el Padre de tu vida.

Haces un recuento 

de personas 

que quizás te amen,

a quien quizás les sirvas 

pero están mejor sin ti.

Tienes que sobrevivir,

es terrible el dolor

cuando todo cuanto haces

parece patético, 

insignificante, 

así que te escondes

detrás de un ego falso,

una fuerza

que se vuelve un escudo 

que en realidad no sirve tanto,

y en cuanto estas sólo

te derrumbas, 

lloras y sufres,

deseas lo inombrable. 

Nadie reconocerá quién eres,

después de la guerra

serás un cuerpo más.

Si te vas, 

llorarán

pero no te extrañaran, 

ya lo sabes

pero no te queda más

que seguir pidiendo a Dios 

algo que no vendrá,

que sueñas algún día pase,

mientras tanto

solo el dolor.

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