No me agradaba mentir, pero con el tiempo me había convertido en una experta. La dedicación siempre rinde sus frutos al morador desolado. Había pocas cosas en el mundo que llegasen a importarme realmente. Entre ellas solía contar el hecho de no perder el alma. Sin embargo, de un momento a otro solo lo sabes. Lo has perdido todo.

Lo que no es ahora nunca será y la esperanza es mera comodidad.

Así surge o termina la más desastrosa casualidad, la cadena que intenta crear más lazos que los físicos. Pero todos sabemos que una vez que la cadena es removida, el ser aprisionado escapará. No hay síndrome de estocolmo, no hay más tonterías insanas. Solo se busca ser libre.

La mentira del estar juntos se desvanece en el aire. Una persona viene a suplantar a otra cada tanto. ¿Cada cinco años tal vez? El pesimismo también se agota. Disfruta el maldito presente y ya.

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