No suelo enojarme demasiado. Es difícil que me pase, pero algo en ti hace que pierda la serenidad aunque te salga una sola palabra. A veces quisiera decirte muchas cosas pero sé que no escucharas. Si tú quisieras decirme algo te escucharía, pero no confías en mí.
Durante los últimos días de una existencia con motivos no tan fuertes, me vi agobiada por cosas no importantes que incluso podrías considerar banales, como la existencia misma. No puedo refutartelo porque mis argumentos son escasos. Tengo una conversacion tipo monólogo con una persona pequeña que habita en mí y me grita estupideces que a veces termino diciéndote cuando lo que quiero y necesito es callar. Es como si me hubiera partido a la mitad y ahora lo único que me quedaban eran las dualidades. Una parte dice sí y otra no, ¿una parte es mala y otra buena? Ni siquiera sé si reconozco la diferencia.
No hay nada malo en quererlo todo la mayoría del tiempo, o tal vez sí, depende de quién lo piense. En el tranquilo gobierno de mi mente tirana, pasaron cosas extrañas, apareciste tú. Creo que a veces estoy por explotar de un cariño naciente pero después te odio. Tienes algo extraño en tu persona que me hace pensar demasiado y no llegar a ningún lado.
Suelo ser estúpida pero menos que los demás, así que nadie se da cuenta; tal vez el problema es que eres menos estúpido que yo y me da miedo que te des cuenta. Por eso te odio más, porque tiene tanto tiempo que no digo ni una tediosa palabra y de repente tengo un millón de escritos sobre mi odio hacia ti. Es un odio diferente al que he sentido toda mi vida, tal vez porque nunca odié a alguien realmente y ahora lo hacía porque me importabas y no quería que lo hicieras, porque no te conocía bien pero sabía que eras malvado. Estaba tan tranquila con mi falta de ganas de vivir y no había emoción alguna que me perturbase, estaba a punto de volverme sombras hasta que apareciste.
Me invento una tragedia amorosa y le reclamo a alguien por falta de pasión, falacias obvias, pero hoy sacaré la agresividad sin limites de mis entrañas. Te diré las cosas como son, no quiero pensarlo tanto, no te daré el gusto. Pero personalmente en este texto no edito, no modero y no le quitaré nada porque te quiero decir las cosas tal cual, estés en dónde estés y seas quién seas, porque te odio por hacer que te quiera, que me preocupe por escribir un artículo que no tenia necesidad de escribir, y que lo haga en este presente porque pienso que existirás en algún futuro y te lo mostraré. No hubiera escrito nada si no fuese porque llenaste mi cabeza de ideas nuevas y el corazón de emociones que ya no le cabían porque estaba seco. Lo hiciste en algún momento, no antes, no ahora, pero lo harás, y cuando leas esto, ya lo habrás hecho. Todo es como un simple juego para ti. Tal vez este reclamo que te hago en realidad es falso y tú no existes, tal vez nunca existas pero ¿y si sí? Tengo tantas palabras, tantas cosas, tantas vidas en el pecho que se salen y se alborotan como la tempestad del mar. Este es un diálogo entre mi falta de cordura y un dulce humano hiriente, sin que usted lo sepa, lo conteste, lo lea, o le interese.