El miedo es constante, el sufrimiento es opcional. No importa si la frase no va de esa manera. Porque ya no estoy hecha a la manera común; ni yo, ni la esperanza que llenaba mi frasco de vida cada vez que me disparaban.
Los ruidos y las visiones que me parecían enloquecer, solo eran la clave, la llave secreta que me llevaba del aleph al punto de encuentro. ¿Qué no me entienden? No importa más. Debía de un momento a otro sostener con fuerza la rienda de mi bestia despotricada, de las barradas que me agobiaban; de la ignominia y resignación que me habían sepultado.
-Este es el fin – le digo a mis partes reuniéndose. Y así está mejor. Me gusta la verdad, y la misma me persigue, aunque no lo quiera saber. Pero cuando lo que yace dentro del corazón es más importante que la tormenta desaforada, entonces comienzas a vivir realmente.