Nasip diye yazdı katip
Elden bir şey gelmiyor
Bir kör kuyu gibi hayat
Bir dibi yok
Nasip diye yazdı katip
Yarınlara sözüm geçmiyor
Anladım hiç kimsenin suçu yok
Hatta senin bile
*lo anterior es el fragmento de una canción, que no entendía al momento de escucharla así que no tiene nada que ver con el escrito a continuación, — si busqué la traducción después, como siete años después—. De igual manera el ritmo me “iluminó” para poder escribir el siguiente texto.*
Entre lo que yo decía, lo que él pensaba y lo que en realidad pasaba, había abismos de diferencia. Era imposible estar de acuerdo. No con él, sino con el destino.
Una ola de circunstancias de aquellas que te hacen perder la mente terminaba arrastrándome un poco entre las insignificancias. Temía fervientemente llegar a una suerte de nada dentro de la imperturbación; una parte de mí se acercaba a ello y no le parecía tan malo. No era tan simple como no sentir nada, sino sentir menos, preocuparse menos. Claro que la nada era intermitente entre mis momentos de soledad y tristeza, entre las situaciones entregadas al hecho de amar con locura hasta morir, sin que algo más importara, los momentos en los que todo perdía sentido y lo que prevalecía era una sensación de angustia y aún otro momento en que nada importara pero que eso mismo no representara problema alguno, ni para mi ni para nadie, con una plenitud y relajación digna de reina intocable. En ese último momento nada importaría porque nada tenía el poder de afectarme.
Estoy en un mar de posibilidades con una intermitencia que me arrastra. Lo comienzo a aceptar.
Esos pensamientos me consumían todo el día, aparecían con cualquier excusa, nadie te rompe, nadie te hace nada, nada ni nadie te puede hacer daño sin que tú mismo lo permitas.
Caminé hacia la ducha mientras me decidía con mis frases positivas en la mente, y decidí que ese día nada lo arruinaría. Antes de que abriera la llave, el agua salió de golpe en una suerte de pequeña explosión. Los reflejos y el susto ante el inminente chorro de agua fría provocaron que diera un manotazo, y el agua se hizo a un lado.