Yo sentía que solo él tenía idea de cómo funcionaba la vida, y solo a él le tenia la suficiente confianza como para escasamente dudar. Pero los demás, los demás cada vez parecían más estúpidos y me embargaba la imperiosa necesidad de explicarles paso a paso que hacer para no morir, y sobre todo para que no me afectaran sus tonterías.
Cuando él no estaba sucedía así, pensaba que el mundo se acababa y que solo él podía solucionarlo, que mientras no estaba cerca, las personas a mi alrededor se comían el cerebro unos a otros. Y cuando volvía me sentía estúpida como ellos, incapaz de haber solucionado las cosas cuando la respuesta ya parecía obvia.
No quedaba más que aguardar una palabra sabia para reconfortar mi alma por completo.